Por: Emilio Flores y Aura Moreno
“A veces fumo vapes quemados. Eran de fresa, ahora saben a pinche pila. Lo que sigue saliendo es humo, quién sabe de qué”.
Aida Estefanía Vargas llegó a tener 70 vapes guardados en una caja. No sabía qué hacer con ellos y no los podía tirar, entonces los almacenaba en su cuarto. Cuando no tenía qué fumar, Vargas volcaba el contenido del cajón en la colcha de su cuarto, y se iba uno por uno, buscando una última calada. “Yo sabía que ninguno de esos vapes tenía un hit más, ni uno solo”, dice Estefanía.
A lo largo de la entrevista, la estudiante de 23 años sostiene un vape en una mano, al que le da un hit en cada pausa. Dar un hit se ha transformado en el sinónimo de dar un toque, o una calada. Un hit o un puff son las unidades de medida del vapeo; definen el rendimiento de estos aparatos así como su precio, que varía de 350 a 4 mil pesos mexicanos.
“En mi peor momento, llegué a comprar cuatro vapes de 5 mil hits al mes. Eso son mil 600 pesos al mes”, afirma Estefanía, quien comenta que un vape de 500 caladas le dura una noche.
El inicio del fin: llegan los vapes
Los cigarros electrónicos entraron al mercado estadounidense en 2007 como una alternativa al tabaco; ofrecían la inhalación de vapor en lugar del humo de la nicotina.En aquel momento, este producto se promocionó como una manera de dejar la adicción al tabaco y evitar sus consecuencias. Ahora, 16 años después, los vapes se han transformado en otra adicción, más colorida y aparentemente inofensiva.
En el 2008, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) consideró a los cigarros electrónicos como productos peligrosos para las personas. Así, en este mismo año se expidió la Ley General para el Control de Tabaco, en la que se prohibía el comercio de cigarros electrónicos.
El consumo se permitió, sí, pero la comercialización nunca lo ha estado.
A finales del 2019, Estados Unidos confirmó siete muertes por vapeo, entonces la Institución Nacional de Enfermedades Respiratorias de México (INER) advirtió a los consumidores del país que dejaran de vapear.
Ese mismo año se decomisaron 38 mil 528 vapes, 99.6% de los cuales fueron únicamente en la Ciudad de México y el resto fue entre Guerrero y el Estado de México. Sirvió de poco. La presencia de vapeadores y de cigarros electrónicos fue en aumento; a la par, sus decomisos fueron en descenso.
Vapes, ¿ilegales?
Todo dio un giro mediático en 2020, cuando el presidente Andres Manuel López Obrador vetó su importación y exportación. Un año después las cifras de decomisos fueron solo 9 mil 679. La gente podía comprar vapes sin restricciones.
Como respuesta, varias empresas solicitaron amparos con la interpretación de que esta prohibición era inconstitucional. A la mayoría se les permitió seguir comercializando vapeadores mientras que a otras no.
En 2022, el mandatario firmó gustosamente un decreto que prohibía la comercialización total de vapes en toda la república. Al finalizar, recibió un reconocimiento por parte de un representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) por su “buen manejo en el control del tabaco”. No había duda de que la sonrisa de ambos era genuina.
Andrés Manuel Lopez Obrador recibiendo reconocimiento de la OMS 2022
Sin embargo, se siguieron dando amparos a empresas que les permitían comercializar e importar vapes.
De acuerdo con la Encuesta Global de Tabaquismo, México 2023, el uso actual de cigarrillos electrónicos es de 2.0 millones de adultos, y es mayor entre el rango de 15 a 24 años.
Dentro de las tiendas de vapes, los mostradores muestran un abanico de opciones, entre las que puedes elegir el sabor, el color e incluso la intensidad de nicotina que quieres consumir por cada hit. Algunos tienen pantallas que te marcan su duración, mientras otros están adornados con luces de colores. Estas características y la idea de que son menos dañinos que un cigarro convencional han provocado su gran popularidad entre los jóvenes.
Con diseños novedosos y personalizables, los llamados vapes lograron entrar a la sociedad mexicana a pesar de su dudosa legalidad.
Del cigarro al vape
Los Centros de Integración Juvenil (CIJ) han apostado sus esfuerzos en una estrategia de prevención, donde los docentes son capacitados para combatir esta nueva forma de adicción. Sin embargo, aún no existe un tratamiento registrado para combatir el consumo de vape.
“Sorprendentemente, en donde más le doy es en la escuela”, confiesa Estefanía. Y es que, fumar vape dentro de un salón de clases se ha vuelto un hábito entre los consumidores jóvenes. “Lo que cambia con el vape es que no huele, no apesta. Le puedes dar en donde sea”, explica cuando discute las diferencias con el tabaco.
Es un mito que el vapeo ayude a dejar el cigarro. Para la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic), el efecto de estos dispositivos es negativo cuando se trata de controlar una adicción, ya que no representan productos de riesgo bajo o alternativo, y perpetúan el consumo de nicotina. Encima de esto, ocasionan el “uso simultáneo de dispositivos o cigarros”.
En la mano Estefanía sostiene un vape, pero en su bolsa carga con una cajetilla de cigarros.
“Lo que más fumé en un día, fueron 17 cigarros. Yo compraba las cajetillas de 20…”, Estefanía hace una pausa, y señala su mochila “pues ahorita tengo aquí también, trato de tener, aunque le de más a esto”, agita su mano con el vape, “ por eso ya compro de 14”.
Estefanía piensa que su uso del vape catapultó su adicción a la nicotina por la frecuencia con la que lo hacía.
“La voz se me hizo más ronca”, afirma la estudiante cuando le preguntamos acerca de las consecuencias de la nicotina en su organismo, “en la prepa hablaba más así”, Estefanía hace una expresión aguda, que contrasta con el timbre áspero de su voz.
Repercusiones en la salud de los vapes
“El problema principal que estamos viendo con los vapes, es la irritación crónica que produce en las vías respiratorias; todas las enfermedades de tipo asma, enfermedad pulmonar obstructiva, y de tipo bronquitis crónica”, comenta el Doctor Edgar Hernández, cuya especialidad es la Otorrinolaringología.
El doctor explica que estas enfermedades por el consumo de vape se potenciaron a través de la infección por el Virus SARS, el Covid.
“Por lo nuevo no se tienen estadísticas de cual es el impacto verdadero de este tipo de dispositivos, pero seguramente sí va a haber un daño en la salud de los pacientes a largo plazo”, afirma Hernández.
Al comparar el cigarro con los vapes, el especialista afirma que todavía se considera el tabaco como una adicción más dañina, ya que tiene un riesgo relativo mayor.
El riesgo relativo es la unidad de medida en la que se basan los médicos para desarrollar ciertas complicaciones y enfermedades como el cáncer. Esta unidad está más desarrollada en el tabaco.
Al cuestionarlo sobre los hongos en los pulmones, testimonio compartido por personas adictas al vape, el doctor explica lo siguiente.
“La inhalación crónica se convierte en gas, y genera un cambio de pH, que al juntarse con la humedad persistente en la vía genera la aparición y el crecimiento del hongo”.
El tratamiento que se proporciona a estos casos es sistémico, a través de antimicóticos.
¿Qué te estás fumando?
Según un comunicado de la COFEPRIS de octubre de 2022, se encontró que los vapeadores contienen diversas sustancias identificadas mediante el proceso de cromatografía. Entre ellas se encuentran dimetil éter, sustancia inflamable para quemar verrugas; linalol, usada en insecticidas; eugenol usado para matar peces, y alcohol bencílico empleado en jabones. Además, se hallaron sustancias como el mentol, que incrementan la adicción al facilitar la conexión de la nicotina con las células.
El vape o cigarro electrónico es un dispositivo conformado por una batería, un atomizador y un cartucho. Al contrario de lo que se cree, el vapor que se emite al inhalar y exhalar no es de agua, más bien es un aerosol que contiene nicotina, sustancias químicas, metales pesados y saborizantes.
El líquido del vape se calienta a través del voltaje de las baterías y los sistemas de circuito, que calientan la solución y generan el famoso vapor. Esta sustancia se vende en sabores desde mango/maracuyá hasta sabor “panditas”.
Locos por los vapes
– ¿Me los puedes llevar a mi casa?– No pues sí, ¿cuántos quieres?– Tres– Va, ya estoy aquí afuera, ¿pagas con transferencia?– Sí, transferencia…oye, hermano nada más me faltan $200– Luego me los das.
Cuando Estefanía se quedó sin dinero, “sus cuates”, los vendedores, le comenzaron a fiar.
También probó otros métodos, “sí hubo veces en que yo trataba de recargarlos solita, partiendo cables y así, cuando no tenía dinero. Llegué a hacer eso, y sí me di varios toques la verdad, empezó a oler a quemadito y dije, creo que no”, comparte.
Prohibidos o no los comerciantes consideran el mercado de vapeadores y cigarros electrónicos dentro de un espectro gris y negro, pues su decomisión es casi nula. Esto ha permitido que las tiendas no tengan ningún temor en mostrar vapes de manera explícita, tengan amparo o no.
Sitios web, tiendas físicas y la venta informal han aumentado sus ventas. Por ejemplo, la página popular “quierovape.com” se destaca por su facilidad de compra en la CDMX, en donde, después de escoger la marca, el sabor y finalmente introducir tu método de pago, llega en media hora a tu casa. Un vape llega más fácil y rápido que una pizza.
Por otro lado, las llamadas smoke shops son tiendas físicas dedicadas al comercio de productos para fumadores de todo tipo. En dichas tiendas los mostradores están repletos de productos para fumar como pipas, tabaco, bongs y sobre todo vapeadores.
Ubicada sobre Avenida Independencia en Tlaxcala, existe una tienda de dulces que vende vapes como parte de su catálogo. Sus aspectos llamativos los hacen igual de antojables que un dulce.
Existen dos tipos, los vapeadores que se recargan y los de un solo uso. Y aquí surge otro problema.
¿A dónde se van los vapes?
La batería de estos dispositivos es de iones de litio, lo que impide que se desechen en un contenedor normal o inclusive en uno de baterías alcalinas.
“Te dicen cómo consumirlos pero no cómo desecharlos”, comenta Paulina Moreno, integrante de la Iniciativa para la Protección Ambiental, (IPA), una asociación universitaria enfocada en el desecho y reciclaje de vapes.
“Empezamos a investigar en dónde y quién los recicla. Encontramos para la basura eléctrica y las baterías alcalinas pero nada para baterías de litio. Hablamos con la Secretaría de Salud y nada, no hay ninguna iniciativa pública para el reciclaje de baterías de litio”, explica Jero Gómez, presidente de IPA.
Después de tocar las puertas del sector público, IPA encontró el contacto de Marco Antonio Sánchez, el presidente de la Asociación Nacional de Vehículos Eléctricos y Sustentables.
“Somos los únicos que estamos impulsando en Querétaro la primera planta de reciclado de baterías de litio en México”, escribió Antonio en el chat que mantuvo con Jero.
La planta no existe aún, pero está en los planes de esta asociación.
Por lo tanto, Mark propuso colocar en la universidad botes especiales para las baterías, la ejecución de una campaña de concientización, una ponencia al respecto, y la oportunidad de almacenar las baterías en lo que se abría la planta de reciclaje…
Esto es, hasta que dejó de contestar.
“Teníamos un contacto muy seguro con Mark, y a la mera hora ya no”, resume Jero.
En su lugar, se quedaron con un tambo de acero en el que ahora almacenan más de 70 kilos de vapes desechados.
70 kilos de vapes: cada uno cuesta entre 350 a 400 pesos mexicanos y pesa entre 27 a 100 gramos.
A partir de estos datos, podemos calcular que en este tambo hay más de 400 mil pesos mexicanos recolectados en un lapso de tres meses.
Los contenedores de vapes
Aún así, han seguido las indicaciones para su correcto almacenamiento, y lo mantienen en un lugar fresco, y seco. Cada semana, Jero recolecta el contenido de los botes de plástico que han dispuesto en la universidad, y realiza el recorrido hasta la zona de basura en la universidad para depositarlos en este sitio.
Sin embargo, por el momento no cuentan con un plan en específico de cómo proceder.
“Fuimos a ‘Los contenedores’, una tienda de vapes en donde los puedes ir a tirar. Platicamos, y nos dijeron que no saben a dónde los mandan. Nos compartieron el contacto del jefe, pero nunca nos contestó”.
Estefanía comparte que este es el sitio a donde ella acude a desechar sus vapes, “tienen una cajita en donde tiran todos, normalmente siempre está llena.. supongo que ellos hacen algo, no sé si los rellenan, o quién sabe”.
¿Y, ahora…?
El año pasado fue el periodo en el que hubo menos decomisos en todo el sexenio, únicamente mil 127. Los 38 mil 528 de antes ahora parecen muy lejanos. La mayoría de los estados no hacen decomisos, como Querétaro que a pesar de no hacer ninguno, menciona que hacen efectiva la Ley General de Salud. Aunque en la fracción X de la misma incita al aseguramiento de sustancias ilícitas.
Dentro de su paquete de 20 reformas del pasado febrero, el presidente indicó que combatiría el comercio de vapeadores y del fentanilo. Es decir, puso ambas sustancias en la misma reforma en contra de la delincuencia organizada. Un discurso más a la lista.
Mientras tanto, Estefanía, de 23 años, no se ha querido realizar un chequeo médico, “me da culo ver que ya estoy toda jodida de los pulmones, la neta es algo que no quiero aceptar”.
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