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  • Foto del escritorEmilio Flores Escalona

La educación: el salvavidas de la violencia social

En México se vive un fenómeno muy interesante, es común escuchar que todo mundo tiene una opinión, pero difícilmente una reflexión, es decir, la mayoría del saber colectivo mexicano popular, se basa en predicciones, tradiciones y, en ocasiones, en prejuicios sociales que difícilmente se dirigen al auto cuestionamiento o a la observación crítica de los acontecimientos.

 

Sin duda, la educación es un eje primordial para el desarrollo de la persona, no es de extrañeza que se considere un derecho, y en algunas ocasiones, hasta una obligación. Tal como lo expresa esta popular frase “no tienes derecho a una opinión tienes derecho a una opinión informada” (Ellison, 1934-2018) se expresa la noción de constantemente adquirir nuevo conocimiento. En México, la principal institución que promueve el conocimiento son las escuelas, son el primer encuentro con la educación que la mayoría de los mexicanos tiene. Sin embargo, es sabido que la educación en este país sufre de una gran crisis que luego se cristaliza en las actitudes cotidianas del mexicano adulto: la falta de consciencia. En encuestas como las de Ipsos Mori, México se encuentra comúnmente en los primeros puestos de los países con mayor índice de ignorancia, a la vez que desde jóvenes se vive con una gran cantidad de problemáticas sociales basadas en prejuicios para nada razonados y derivados de una mala educación, tales como: el clasismo, el racismo, discriminación a pueblo indígenas, prepotencia, elitismo, machismo e incluso especismo.

 


Foto sacada de: Milenio

Estos ejemplos son tan sólo unos pocos que, si indagara con mayor exactitud, nunca terminaría de mencionar las agresiones sociales que se viven día con día. Es precisamente por todo esto, que se puede afirmar que la educación en este país requiere una reformulación, en la que se presente una mayor atención en impartir valores de consciencia social, empatía y crítica razonada. Flexner propone que la mentalidad de las personas se debe también dirigir al aprendizaje impráctico o por lo menos que la utilidad no sea un factor inherente para aprender, ya que puede este eclipsar en algunos momentos el hábito del interés intelectual:

 

"Las instituciones de enseñanza deberían dedicarse a cultivar la curiosidad y cuanto menos se desvíen por consideraciones de utilidad inmediata, más probable es que contribuyan no solo al bienestar humano sino a la igualmente importante satisfacción del interés intelectual, el cual se ha convertido en la pasión dominante de la vida intelectual en los tiempos modernos. (2020, p. 53)."

 

Tal vez si la educación pública se atendiera más en desarrollar el hábito de ser curiosos, la población siempre buscaría estar informada y a su vez ser consciente de lo que sucede a su alrededor y en su propio actuar. Séneca alguna vez opinó “una educación es verdaderamente "liberal" sólo si es una que "libera" la mente del estudiante, animándole a hacerse cargo de su propio pensamiento” .


Es fácil concluir que es necesario por lo menos, darle un mayor peso a materias que incidan en una mejor y plural forma de actuar del mexicano promedio, es decir, en su consciencia. Materias como la ética, la historia, la filosofía y todas aquellas humanidades que se puedan presentar pueden funcionar para ampliar el panorama para vernos como un ciudadano más, uno que participa activamente en la dinámica social del país. “La capacidad de verse a sí mismos no sólo como ciudadanos de alguna región o grupo local, sino también, y sobre todo, como seres humanos unidos a todos los demás” (Nussbaum, 2002, p. 295). Si las matemáticas y las ciencias tienen cada vez mayor peso ¿por qué las humanidades, que resolverían los problemas del día a día, no se les pondera de la misma forma?

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